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Las reuniones están de vuelta
Consejos para la organización
Finanzas de la reunión
Triivia: Retos de las reuniones
por: Robin L. Flanigan, AARP, 19 de julio de 2022
El verano parece estar plagado de reuniones familiares. Parrilladas en el patio trasero, festejos en la playa, aniversarios en el parque.
Puede ser una experiencia idílica, siempre y cuando todos se comporten como corresponde.
Sin embargo, no siempre ocurre así.
Si este es el caso de tu familia, podría ser prudente decidir de antemano los temas de conversación y las conductas aceptables para evitar problemas.
“El verdadero objetivo de estas reuniones es crear buenos recuerdos con los seres queridos”, señala Danielle Androff, trabajadora social clínica con licencia en San Luis.
“Así que todo lo que no contribuya a ese objetivo es innecesario en ese contexto”.
Estas son algunas formas de arruinar una reunión por lo demás agradable, y también algunos consejos para evitarlo.
¿Recuerdas el dicho “si no tienes nada bueno que decir, no digas nada”?
Hacer notar (en voz alta) que alguien subió o bajó de peso o decirle a un familiar cubierto de tatuajes que no te gusta el arte corporal son cosas que no se deben hacer jamás.
“A menos que le digas a alguien que luce de maravilla, no es necesario decir nada sobre su apariencia”, indica Androff.
Si te das cuenta de que lo has hecho, discúlpate lo antes posible. Si el comentario se dirige a ti, sé valiente y cambia de tema directamente, recomienda Jeffrey Kraft, terapeuta de pareja y familia con licencia en Chicago.
“Con un tono muy firme, dile a la persona que simplemente no te interesa esa conversación”, aconseja. “Es correcto decir: ‘La verdad es que no me pareció bien ese comentario’, o ‘¿Qué importancia tiene esto para ti?'"
Si sueles evitar las situaciones incómodas con humor, hazlo. Sin embargo, si en tu familia es habitual rehuir los conflictos, prepárate para defender tu opinión sobre el trato que mereces.
Luego, invierte la situación y haz preguntas. Pueden ser generales (“¿Cómo has estado?”) o específicas (“¿Cómo estás pasando la jubilación?”).
“Es una forma de no rechazarlos como personas”, señala Kraft, “y una manera de cambiar el rumbo hacia una conversación que realmente podría interesarte”.
Piensa de antemano en las costumbres y la tradición de tu familia con respecto al alcohol. ¿Todos toman una copa en cuanto llegan? ¿El consumo aumenta durante los debates intensos? De ser así, tal vez incluso antes de llegar ya debas tener pensado a qué hora te marcharás, sobre todo si suele haber discusiones después de pasar un par de horas juntos.
“Quizá sería prudente limitar tu propio consumo de alcohol, porque el objetivo es tener siempre presente cuáles son tus límites”, advierte Kraft. “Además, lo que sabemos sobre la bebida es que, por definición, crea cierta distancia entre nosotros y nuestros propios límites [y] entre nosotros y los demás”.
Si deseas permanecer en la reunión, pero no quieres involucrarte en ningún conflicto, recurre a un aliado: un familiar que comparta tus opiniones. Traten en equipo de cambiar las conversaciones negativas a otras más positivas. Si eso no da resultado, basta con disculparse y trasladarse a otra sala.
“Reforzamos las conversaciones y los temas en los que queremos continuar participando”, agrega Kraft. “Al ser adultos, tenemos más facilidad para abandonar esas situaciones de formas que no eran factibles cuando éramos niños”.
La política siempre ha sido un tema conflictivo y polémico, pero las personas son cada vez menos tolerantes. En el 2021, el 59% de los adultos en el país afirmaron que esas conversaciones les resultaban estresantes, lo cual representa un aumento frente al 50% en mayo del 2019, según el Pew Research Center.
Incluso los temas que no parecen de por sí políticos —la identidad de género, las armas, la religión— pueden adquirir pronto un tono politizado, advierte Androff.
Una técnica para tratar con personas polémicas que parecen incapaces de evitar los temas controvertidos es bajar y moderar tu propia voz, sugiere Karen Hickman, asesora de protocolo y fundadora de Professional Courtesy en Fort Wayne, Indiana.
Mientras tanto, trata de no provocar a quienes suelen monopolizar las conversaciones:
“Si hay una persona de la familia que es bastante directa y piensa que siempre tiene razón, no le pidas su opinión”, recomienda Hickman.
Si nada de esto da resultado, agrega, acepta amablemente que están en desacuerdo.
Ya sabes lo que la curiosidad le hizo al gato. Sin embargo, en una reunión familiar, una persona indiscreta que quiera inmiscuirse en asuntos privados puede dejar desconsolados a sus seres queridos. Esto es particularmente cierto con preguntas como “¿Cuándo te vas a casar?” o “¿Cuándo me vas a hacer abuela?”.
En todo caso, si hubiera algo que compartir, los invitados presentes en la reunión ya lo sabrían.
Sobre todo, cualquiera de estas preguntas podría tener repercusiones penosas. Tal vez alguien haya estado esperando una eternidad a que su pareja le propusiera matrimonio y se está replanteando la relación. Tal vez una pareja ha estado batallando con la infertilidad pero aún no se ha sincerado sobre su situación.
Limítate a hablar de temas más inocuos. También puedes guiar a otra persona en esa dirección si cambias a un tema de tu preferencia.
Alardear o competir con tus hermanos durante las actividades familiares no es una buena actitud y debe evitarse.
Sin embargo, eso no siempre significa que el impulso desaparezca.
Cuando resistas la tentación de sobresalir por encima de otros familiares, conviene recordar el origen de ese deseo.
Con frecuencia se debe a que nos preocupamos tanto por nuestra familia y por lo que piensan, que nos sentimos obligados a dar una buena impresión”, explica Androff. “Cuando reconozcas ese deseo de ser competitivo, replantea tus pensamientos”.
Piensa en lo mucho que quieres a tu familia y en los motivos por los que no quieres hacer sentir mal a nadie. “Si eso no da resultado, recurre a esa mentalidad competitiva pero cambia de objetivo: conviértete en la persona que mejor se comporta en la reunión”, sugiere. “De ese modo seguirás sintiendo que ganas la competencia, pero tendrás el beneficio de mantener la paz. En todo caso, es importante recordar que solo por pensar algo no significa que tengas que decirlo”.
Scott Seifritz, de 56 años, recuerda el Día de Acción de Gracias en el que su excuñada despreció la célebre ensalada de repollo de su madre —una ensalada de col tradicional que se servía en todas las grandes reuniones familiares— “cuando dijo que ni siquiera el perro se la comería”.
Seifritz, que vive en Perinton, Nueva York, lo recuerda: “Mi hermano y mis hermanas salieron en defensa de mi madre, y la situación se volvió tensa durante un momento”.
Un mes después, en Navidad, su “cuñada insolente” trajo su propia ensalada de repollo. Las cosas podrían haberse tornado turbulentas, pero, por suerte, esta historia tiene un final feliz.
La cuñada “anunció astutamente [su plato] como 'ensalada de col' (en lugar de 'ensalada de repollo') para no ofender a mi madre”, y todos se sirvieron ambas ensaladas en abundancia, relata. “Al final, disfrutamos de ambos platos —al menos en público— e incluso al perro pareció gustarle la versión que preparó mi cuñada. No obstante, para ser justos, una vez lo vi comerse una ardilla muerta”.
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Lo que solía ser un tema relativamente seguro se ha convertido en un terreno más peligroso.
“En general, ahora las opiniones sobre la salud son un tema polémico”, señala Androff. “Así que las conversaciones sobre las mascarillas, las vacunas o si tu nieto tiene realmente alergia a la leche nunca van a acabar bien”.
En particular, las cuestiones relativas a las mascarillas y a las vacunas deben conversarse y resolverse antes de la reunión y no durante su transcurso.
Las reuniones al aire libre son más seguras que las que se realizan en lugares cerrados, pero si tienes —o sospechas que tienes— COVID-19, avisa que lamentablemente no podrás asistir.
Lo último que desearías es infectar a tus seres queridos, especialmente a las personas mayores o que tienen enfermedades subyacentes que quizá aumenten su predisposición a padecer síntomas graves por el coronavirus.
Acudir a un evento con COVID-19 —o con síntomas— sería sumamente “desconsiderado”, advierte Hickman, quien agrega que sería difícil mantener la distancia recomendada de seis pies durante toda la reunión.
En definitiva… sé amable con los demás —al fin y al cabo son personas con las que tienes un vínculo— y ten en cuenta el momento en que pueda ser necesario marcharte.
“La vida es demasiado corta como para rodearte de personas que no te aportan valor”, sostiene Kraft. “Todos merecemos sentirnos cómodos en este tipo de situaciones”.
Robin L. Flanigan es una escritora que colabora con artículos sobre salud mental, educación y temas de interés humano para varias publicaciones nacionales. Flanigan fue reportera de varios periódicos y su trabajo también se publicó en People, USA Today y Education Week. Es autora del libro infantil M is for Mindful.
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